Había una vez una niña que vivía en una casa palacio para ella sola.
No era una niña como las demás; vestía elegantemente y el resto de niños del pueblo la veían pasar y no solo tenían envidia sino que sus padres incluso les obligaban a arrodillarse ante ella y tratarla de usted.
La niña, apenas asomaba su fina piel a la calle, miraba el que hacer de sus vecinos sentada en el vano de la ventana acariciando con sus menudos dedos los juguetes que le habían traído expresamente desde la ciudad. Soñaba con ver pasar calle abajo al príncipe azul como aquel de los cuentos que su madre le leía a la luz de las velas antes de dormir.
Cuando se fue haciendo mayor, solitaria por la obligación de su condición social, la vieja casa palacio se le fue haciendo más y más pequeña. Cada noche se bañaba con jabón de flores y ante el espejo se maquillaba, se atusaba el pelo y se vestía con las mejores galas mientras hacía sonar un gramófono que propagaba música de Mozart por el enorme salón de la antigua casona, mientras ella, engalanada de fiesta bailaba sola girando y girando sobre si misma o agarrada a la escoba de los criados.
Pero nada de todo aquello llenaba el vacío que sentía. La gente la admiraba, se postraban a su paso, los criados cuidaban de que nunca le faltase de nada e incluso la arropaban por la noche deseándole felices sueños y no apagando la luz hasta cerciorarse de que estaba profundamente dormida.
Pasaron los años y el vacío de aquel amor que nunca llegaba, decidió llenarlo con lujos tan sorprendentes que los aldeanos buscaban cualquier excusa para visitar su casa y sorprenderse con aquellas maravillas. Mientras los demás usaban los corrales como excusado ella acometió una obra de gran ingeniería para el momento: se mandó fabricar un aseo con agua corriente. Y para que sus criados pudieran presumir de servir a tan alta familia mandó fabricar una cocina como nunca nadie la hubiera visto, de azulejos blancos y llena de especias de extraños sabores.
Pero el tiempo corrió y la modernidad vino a llenar el resto de hogares de la pequeña aldea. Se fabricaron cientos de baños mejores y más modernos que el de la Señora; se construyeron cientos de cocinas mejores y más modernas que las de la Señora; los radiocasettes en los vanos de las ventanas hacían competencia a aquel viejo gramófono que la Señora se empeñaba en hacer funcionar una noche tras otra, aunque el sonido que de él se desprendiera ya sonase marchito y algo deprimente.
La Señora murió una noche de invierno entre las frías paredes de aquella casona que un día se detuvo en el tiempo. Cuentan los últimos criados que le sirvieron, que en el momento de partir se escucharon pasos acelerados, repicando desde la escalera secreta que recorría la casa de arriba a abajo. Cuentan que desde las caballerizas llegó el relinchar sordo de uno de los caballos que tanto tiempo atrás había dejado de apacentar el establo. Cuentan que se escuchó la risa sincera de una niña que preguntaba por sus juguetes pues nunca había querido salir a cabalgar al campo sin su muñeca preferida...
Visitamos esta casa el fin de semana pasado, y está situada en La Iglesuela del Cid, Teruel. Si teneis la oportunidad de ir, hacedlo, no lo dudeis, y si no, visitad la web: maestrazgomagico.com que encontrareis este y otros lugares mágicos. Tambien podeis pinchar en la imagen.
Y por último espero que os haya gustado la historia que os he escrito con la ayuda de mi chico, el autor de maestrazgomagico. Gracias mil!!
Esta historia me ha emocionado sobremanera, de verdad, ¿dónde quedo yo y mis relatos? tengo que empezar a ponerme, de verdad.
ResponderEliminarMe parece que tendré que ir a visitar esta maravilla y me voy a dar una vuelta por la web.
Un beso.
hola!! me has recordado la iglesuela del cid, es un pueblecito precioso pequeñito y acogedor, recuerdo que en los inviernos iba con mis padres a un tipo de casita rural, y aun hoy todavia van ellos a veces! :)
ResponderEliminarQue historia más bonita,ahora tengo ganas de ver esa casa.Un beso.
ResponderEliminarAlaaa, me ha encantado la historia...
ResponderEliminarTiene que ser chulisima la casa!
Un besote guapa!
Marta ;)
Qué sitio tan encantador. Besotes
ResponderEliminar¡Oh! ¡Qué sitio tan mágico! Gracias por compartirlo con todas nosotras. Me lo apunto para futuras visitas.
ResponderEliminarUn besote
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